Arquitectura japonesa: Nikkō Tōshō-gū

Apartado de arquitectura

También comentaré mi edificación favorita. Se trata del Nikkō Tōshō-gū ubicado en la ciudad de Nikkō de la prefectura de Tochigi, en la región de Kantō, Japón. 



Este abrumador santuario (en el que más de quince mil artesanos y carpinteros japoneses trabajaron durante dos años [1637]) fue realizado en honor al shōgun Ieyasu Tokugawa. Su comitente fue el nieto de Ieyasu, Iemitsu Tokugawa, para conmemorar su muerte. 
Los templos del santuario están ornamentados con pequeñas esculturas policromadas llenas de detalles, como por ejemplo: dragones, monos, elefantes, pequeñas figuras humanas e incluso gatos; siendo también (demasiado) visibles las hojas de oro fundidas utilizadas para gran parte de la edificación, por lo que el nivel de colorido llamativo es impresionante a ojos de los visitantes. Sin embargo, el mausoleo de Ieyasu, casi al final del camino, es de un estilo más sombrío a comparación del resto del recinto.

(Foto hecha por Luis Rodríguez)

Como dato, ocho de los edificios del santuario han sido declarados Tesoros Nacionales.

(Foto hecha por Luis Rodríguez)

A pesar de tratarse de un santuario sintoísta, Toshogu también tiene varios elementos budistas y esto puede verse en las estatuas de los dos reyes Deva en la puerta de la entrada. En la mitología budista, "El reino de los Deva" es uno de los seis reinos del samsara (ciclo del nacimiento, la vida, la muerte y encarnación o nacimiento.). Dicho de otra forma, si una persona acumula mal karma en su vida y en vidas anteriores, se quedaría en el samsara, que representa el sufrimiento para los budistas, y no alcanzaría el nirvana (liberación espiritual y felicidad suprema).



(Los tres monos sabios, un famoso grabado en madera)

Aquí finaliza esta entrada. Me gustaría seguir escribiendo sobre esta espectacular obra de arte pero supongo que la mitad de quienes me leen no ha llegado hasta el final, kukuku. Tal vez en otra entrada escriba un poco sobre mi escultura favorita o más obras de arte de artistas que desgraciadamente no se conocen mucho en Occidente. ¡Lo mío es el arte Oriental, ustedes perdonen!
Espero que os hayan entrado ganas de visitar este santuario, porque a mí sí. Y si no os ha gustado nada de nada..., ¿me pagaríais el billete de ida y no vuelta a Japón al menos?

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